De acuerdo a un informe elaborado por la Dirección general para políticas internas del Parlamento Europeo, (2014) una ciudad es considerada inteligente, si tiene por lo menos una de las siguientes soluciones Smart Economy, Smart people, Smart Moviloity, Smart Enviroment, Smart Governance y Smart Living.

De acuerdo a ello, en la Unión Europea  en 2011, había 468 ciudades inteligentes. Donde destacan España, Reino Unido e Italia, como los países que mayor cantidad tenían en ese momento.

Sin embargo, los países que más ciudades inteligentes tienen son Italia, Austria, Dinamarca, Noruega, Suecia, Estonia y Eslovenia. Donde los proyectos más comunes en estas ciudades se refieren a Smart Enviroment  con un 21% de las iniciativas y Smart Movility, representando el 33% de los proyectos.

Las demás soluciones Smart Economy, People y Living son consideradas en un 10% de la mayoría de las ciudades inteligentes.

En lo que respecta a España, las ciudades inteligentes consideran mayormente proyectos relacionados con Smart Governance. Al igual que otros países como Francia, Alemania, Suecia y Reino Unido. Pero también considera proyectos del tipo Smart Mobility, así como Italia, Rumania y Hungría.

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¿Qué es una ciudad inteligente?

Pareciera que no hay una única definición de Ciudad inteligente y sobre cuáles deben ser las características mínimas para ser considerada una de ellas.

Por una parte, la aplicación de las TIC, parece ser un componente común. Con el fin de dar una mejor calidad de vida a sus habitantes, garantizando un adecuado y sostenible desarrollo social, económico y ambiental.

Y por otra parte, también se exige que el concepto contemple una relación transparente entre ciudadanos, turistas, trabajadores de la empresa pública y con proveedores. Basada también en la rendición de cuentas y en un uso y consumo adecuado de los recursos. Así como identificar a tiempo las necesidades de la ciudadanía.

En este sentido, El Plan de Ciudades inteligentes 2015 tomó en cuenta y por ella se rige, la definición que propuso el Grupo Técnico de Normalización 178 de AENOR (AEN/CTN 178/SC2/GT1 N 003).

Donde se define además de las características relacionadas con la aplicación de las ITC para mejorar la calidad de vida de los habitantes, una ciudad inteligente, “…permite a los ciudadanos, interactuar con ella de forma multidisciplinar y se adapta en tiempo real a sus necesidades, de forma eficiente en calidad y costes. Ofreciendo datos abiertos, soluciones y servicios orientados a los ciudadanos como personas”.

Y todo ello enfocado “…para resolver los efectos del crecimiento de las ciudades, en ámbitos públicos y privados, a través de la integración innovadora de infraestructuras con sistemas de gestión inteligente”.

No es sencillo cuantificar cuál es el impacto económico para desarrollar una ciudad inteligente. Sin embargo, algunos estudios realizados recientemente, que el monto global requerido podrían superar los 400.000 millones de dólares en este 2020. Considerando todo el mercado de soluciones inteligentes necesarias, además de los servicios que se requieren para implementarlas.

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Principales beneficios y riesgos de las CI

Entre los beneficios más evidentes es mejorar la eficacia y eficiencia de las administraciones gubernamentales. Asimismo, mejoran y aumentan la capacidad de gestión de los servicios públicos a la vez que disminuye el uso de recursos.

Asimismo, gracias a la cantidad de sensores ubicados en la ciudad, se obtiene diferente tipo de información en tiempo real. Lo que permite analizar cuál es el funcionamiento de la ciudad en un momento determinado y tomar los correctivos en el momento preciso.

También es importante destacar que se reducen en forma sustancial, los gastos en mantenimiento de edificios e infraestructuras. Y también disminuye la congestión del transporte en las vías públicas. Y de igual forma mejora la seguridad para los ciudadanos, disminuyen los robos y delitos y la respuesta a llamadas de emergencia es inmediata.

En forma general mejora la calidad de vida de las personas. Los servicios se realizan de acuerdo a las necesidades de los usuarios y a las preferencias de la demanda.

Sin embargo, además de estos y muchos otros beneficios, las ciudades inteligentes también son vulnerables a riesgos. La cantidad de iniciativas Smart, sugieren altos costos con retornos a muy largo plazo. Y también es posible que con el acelerado avance de la tecnología algunas de las iniciativas que se implanten puedan resultar obsoletas en poco tiempo.

Y como consecuencia del uso de gran cantidad de tecnología, también son vulnerables a posibles ataques cibernéticos. Lo que llevaría a las ciudades inteligentes a un verdadero caos.

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